sábado, 10 de agosto de 2013

Cuando la vida duele tanto.

Cuando la vida duele tanto que sólo cerrar el corazón es la solución, coge la maleta de tu dolor cierra la puerta de ayer y hoy, ya, ahora, decide acabar. 

Acabar es una actitud, una decisión y dar unos pasos. 

Los primeros son los que más cuestan, pareciera que tuvieras los pies pegados al suelo. Pesa el miedo. Pesa el alma. Pesa la debilidad extrema. 

No puedes oír nada porque tu cerebro no para, no para, incesantemente escuchas lo que no puedes oír más y sólo en lo más profundo de ti, de tus entrañas, sabes que te debes ir.

Ya. Ahora. No hay nada que decir.

Hay un lugar seguro.

En ti. Y fuera de ti.

Por nada del mundo vuelvas a abrir la puerta.

Por nada del mundo te dejes ver.

Por nada has de escuchar.

Un universo paralelo existe ahora mismo donde viven el miedo y el dolor, el sufrimiento, la agonía, el rechazo, el abandono, la soledad, la humillación.

Un agujero negro que todo lo traga, que todo lo absorbe y donde todo desaparece.

Has vencido la inercia y has dado el salto. 

Todo esta allí, en otro lugar, donde no debes volver NUNCA MÁS.

Ahora estás aquí. 

Vive. Grita. Llora. Ríe. Canta. Reza. Baila. Duerme. Sonríe aunque no quieras. Sana.

Mira la pequeña luz que aún vive en ti. 

Eres tú y eres un ser maravilloso.

Confía. Ya pasó. Ahora nace tu mejor tú.

Nada ni nadie puede apagar tu luz.